Hoy se ha hecho justicia, uno de los nuestros, acaba de triunfar fuera de su casa. Cuando aquí le habíamos negado el pan y la sal, él lo ha conseguido, cogió al equipo maño, hundido moral y deportivamente, ¡y lo ha conseguido!, “el cateto”, lo ha conseguido, sigue entre los grandes.
Recetando la mejor medicina, “testiculina”, de lo que siempre le sobró, ¿la dosis?, la suficiente para activar a un caballo, además ha recuperado a un jugador que también había caído en desgracia, Apoño, y es que somos así, nuestros mejores hijos los dejamos ir, sin que nos duela el alma, sin embargo nos quedamos con los señoritos de cañero, recetadores de supositorios y sacamuelas.
Ahí está Jiménez, hecho un tío, un Cid Campeador, y a partir de ahora hijo adoptivo de Zaragoza y aquí los papafritas debajo de las piedras y tratando de salvar sus bienes y hacienda a costa del que suda la camiseta.
Una vez más te digo: ¡¡¡Jiménez, Jiménez, qué cojones tienes!!!, mientras otros practicándose la vasectomía, precisamente ahora que no las pasa el seguro.